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viernes, 7 de diciembre de 2012
jueves, 30 de agosto de 2012
Vilamor
Esta película, rodada en Negueira, Fonsagrada y Os Ancares, ha sido la estrella del verano en las fiestas y ferias de diferentes localidades, como Fonsagrada o Castroverde.
La sinopsis y vídeo se han obtenido de la web de la película y esta es la dirección del blog.
"Ano 1976, Breixo, un rapaz dunha vila das montañas de Lugo, atópase cunha comuna na aldea de Vilamor. Seducido pola idea dun estilo de vida alternativo, decide axudar aos recén chegados a recuperar a aldea. Mais non todos parecen destinados a vivir este soño de liberdade."
lunes, 27 de agosto de 2012
A Fonsagrada en Desde Galicia para el Mundo
martes, 8 de marzo de 2011
lunes, 28 de febrero de 2011
Porco celta
Video obtenido de Youtube sobre la elaboración de productos del Porco Celta de Fonsagrada. Realizado por la fundación TIC para el proyecto de la Diputación de Lugo "Innova-TE".
sábado, 12 de febrero de 2011
miércoles, 19 de enero de 2011
¿Qué es un castro?
Información y vídeos obtenidos de Youtube.
Un castro es un poblado fortificado, por lo general prerromano aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media, existentes en Europa y propios de fines de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro, antiguas investigaciones los asociaron a la de la cultura céltica, pero en la actualidad se ponen en duda dichos resultados. Se encuentran con frecuencia en la Península Ibérica, en particular en el noroeste con la cultura castreña y en la meseta con la cultura de las cogotas.
La palabra castro proviene del latín castrum, que significa "fortificación militar" (de ahí viene la palabra española castrense, "relativo a lo militar"). El castro es un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.
Los castros estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que bordeaban el recinto habitado, pudiendo tener en sus accesos un torreón que controlaba las vías de entrada al mismo o en otro lugar estratégico. En tiempo de conflictos, las gentes que vivían en campo abierto se trasladaban a estas construcciones, situadas en lugares estratégicos con el fin de garantizar su seguridad. Asimismo podían tener otras finalidades como la de control del territorio, vigilancia de sembrados, etc. Su situación en el territorio respecto a otros castros hace pensar que existía una estrategia definida a la hora de elegir su localización, permitiendo la comunicación por señales entre ellos a modo de red defensiva.
La época de máximo florecimiento está entre los siglos IV-II a. C. y demuestran mayor contacto comercial con el exterior los del sur que los del norte, y los costeros que los del interior. El historiador Ferreira de Almeida sostiene que en la primera mitad del siglo I a. C. parece haber una multiplicación de los castros (bien por aumento demográfico, bien por otras razones). Al final de ese siglo y coincidiendo con la fase final de la conquista romana, algunos presentan indicios de destrucción de las murallas y en algunos casos de inmediata reocupación.
Los poblados castreños acostumbran a erigirse en colinas despejadas, promontorios rocosos o penínsulas que se adentran en el mar, lo que facilita la visibilidad, la defensa y el dominio del contorno. El lugar del asentamiento viene dado también en función de los recursos naturales explotados por los moradores. Los castros cuentan con un recinto superior, la "croa", y una serie de terrazas dispuestas hacia abajo dónde se sitúan las construcciones. Cada una de estas secciones puede estar limitada por murallas, parapetos o fosos. A veces hay una especie de añadidos, los antecastros, que también se rodean de murallas pero no albergan viviendas, por lo que se supone que estaban destinados a animales o huertos.
Los castros acostumbran a tener una única entrada, que también cumple la función de impedir el paso. En algunos casos es un simple engrosamiento en los remates de la muralla; en otros, un entrepaño de la muralla sobrepasa al otro formando un corredor estrecho. Se supone que se cerraban con puertas de madera.
Las defensas de los castros no parecen responder a necesidades bélicas, sino de prestigio y de delimitación simbólica del espacio habitado. De hecho, son pocas las armas que se han encontrado. Además de las defensas naturales, se encuentran estructuras de cuatro tipos:
Las casas no comparten paredes medianeras, sino que están separadas de las demás, no se sabe si como reflejo de la idiosincrasa de esta cultura o debido a las dificuldades para hacerlo en las construcciones circulares. Tampoco cuentan con ventanas.
El piso de las viviendas era de barro apisonado. Con anterioridad a los siglos II-III a. C., los muros se construían generalmente de adobe, con un poste central. Posteriormente se usó mampostería en filas más o menos horizontales (o poligonales, en algún caso). Las cubiertas se hacían de ramas reforzadas con barro y sujetas por pesos o posteriormente de tejas. A partir del siglo I y debido a la influencia romana, se hacen más abundantes las plantas cuadradas o rectangulares. El elemento esencial de una vivienda es el hogar, que en el cambio de era se situaba en el centro y estaba hecho con lajas o barro y a finales del siglo I se desplaza hacia un lateral y se hace, en algunos casos, con tejas.
Se sospecha que algunos edificios grandes, en los que un banco de piedra recorre el muro y en los no se encuentran restos de habitación, habían podido haber sido recintos de reunión. Se tienen localizados también hornos de cerámica y de alfarero, preferentemente próximos de las salidas o en el exterior.
Los castros de interior constituyen el tipo más frecuente y característico. Están situados en colinas o elevaciones prominentes, pero raras veces en cumbres altas. Tienen planta circular u ovalada y cuentan con una o varias murallas. Un ejemplo es el castro de Coaña (Principado de Asturias).
Los castros de montaña, situados en zonas montañosas altas, se localizan en las laderas y tienen forma oval, con fosos artificiales por el lado superior y murallas o terraplenes hacia el valle. Datan de época romana y están vinculados a explotaciones mineras. Dos ejemplos son los de Vilar en la Sierra de Caurel y Xegunde en Fonsagrada (Lugo).
Los castros costeros son de planta variada,aunque suelen ser redondos u ovalados, adaptándose al terreno. Las defensas naturales del lado del mar se ven complementadas con murallas y fosos hacia el interior. Son muy abundantes y un ejemplo son los de Baroña en la sierra de Barbanza.
Un castro es un poblado fortificado, por lo general prerromano aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media, existentes en Europa y propios de fines de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro, antiguas investigaciones los asociaron a la de la cultura céltica, pero en la actualidad se ponen en duda dichos resultados. Se encuentran con frecuencia en la Península Ibérica, en particular en el noroeste con la cultura castreña y en la meseta con la cultura de las cogotas.
La palabra castro proviene del latín castrum, que significa "fortificación militar" (de ahí viene la palabra española castrense, "relativo a lo militar"). El castro es un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.
Los castros estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que bordeaban el recinto habitado, pudiendo tener en sus accesos un torreón que controlaba las vías de entrada al mismo o en otro lugar estratégico. En tiempo de conflictos, las gentes que vivían en campo abierto se trasladaban a estas construcciones, situadas en lugares estratégicos con el fin de garantizar su seguridad. Asimismo podían tener otras finalidades como la de control del territorio, vigilancia de sembrados, etc. Su situación en el territorio respecto a otros castros hace pensar que existía una estrategia definida a la hora de elegir su localización, permitiendo la comunicación por señales entre ellos a modo de red defensiva.
La época de máximo florecimiento está entre los siglos IV-II a. C. y demuestran mayor contacto comercial con el exterior los del sur que los del norte, y los costeros que los del interior. El historiador Ferreira de Almeida sostiene que en la primera mitad del siglo I a. C. parece haber una multiplicación de los castros (bien por aumento demográfico, bien por otras razones). Al final de ese siglo y coincidiendo con la fase final de la conquista romana, algunos presentan indicios de destrucción de las murallas y en algunos casos de inmediata reocupación.
Los poblados castreños acostumbran a erigirse en colinas despejadas, promontorios rocosos o penínsulas que se adentran en el mar, lo que facilita la visibilidad, la defensa y el dominio del contorno. El lugar del asentamiento viene dado también en función de los recursos naturales explotados por los moradores. Los castros cuentan con un recinto superior, la "croa", y una serie de terrazas dispuestas hacia abajo dónde se sitúan las construcciones. Cada una de estas secciones puede estar limitada por murallas, parapetos o fosos. A veces hay una especie de añadidos, los antecastros, que también se rodean de murallas pero no albergan viviendas, por lo que se supone que estaban destinados a animales o huertos.
Los castros acostumbran a tener una única entrada, que también cumple la función de impedir el paso. En algunos casos es un simple engrosamiento en los remates de la muralla; en otros, un entrepaño de la muralla sobrepasa al otro formando un corredor estrecho. Se supone que se cerraban con puertas de madera.
Las defensas de los castros no parecen responder a necesidades bélicas, sino de prestigio y de delimitación simbólica del espacio habitado. De hecho, son pocas las armas que se han encontrado. Además de las defensas naturales, se encuentran estructuras de cuatro tipos:
- Terraplenes. Desniveles en el terreno formados por tierra y piedra, que pueden ser naturales. Son la base de las defensas y habitualmente provienen de los escombros de las obras fundacionales en el interior.
- Parapetos. Elevaciones artificiales del terreno en los puntos más desprotegidos (entradas y zonas llanas).
- Fosos. Gabias alargadas y profundas, generalmente asociadas a los parapetos, que pueden estar excavados en tierra o roca viva.
- Murallas. Defensas de mampostería de tipología variada, como por ejemplo, dos muros paralelos de piedras con un relleno de piedra. Desde el interior se subía a ellos mediante escaleras de madera, lajas encastradas, rampas o piedras. Pueden existir torres defensivas en los accesos a las puertas. Son elementos tardíos.
Las casas no comparten paredes medianeras, sino que están separadas de las demás, no se sabe si como reflejo de la idiosincrasa de esta cultura o debido a las dificuldades para hacerlo en las construcciones circulares. Tampoco cuentan con ventanas.
El piso de las viviendas era de barro apisonado. Con anterioridad a los siglos II-III a. C., los muros se construían generalmente de adobe, con un poste central. Posteriormente se usó mampostería en filas más o menos horizontales (o poligonales, en algún caso). Las cubiertas se hacían de ramas reforzadas con barro y sujetas por pesos o posteriormente de tejas. A partir del siglo I y debido a la influencia romana, se hacen más abundantes las plantas cuadradas o rectangulares. El elemento esencial de una vivienda es el hogar, que en el cambio de era se situaba en el centro y estaba hecho con lajas o barro y a finales del siglo I se desplaza hacia un lateral y se hace, en algunos casos, con tejas.
Se sospecha que algunos edificios grandes, en los que un banco de piedra recorre el muro y en los no se encuentran restos de habitación, habían podido haber sido recintos de reunión. Se tienen localizados también hornos de cerámica y de alfarero, preferentemente próximos de las salidas o en el exterior.
Los castros de interior constituyen el tipo más frecuente y característico. Están situados en colinas o elevaciones prominentes, pero raras veces en cumbres altas. Tienen planta circular u ovalada y cuentan con una o varias murallas. Un ejemplo es el castro de Coaña (Principado de Asturias).
Los castros de montaña, situados en zonas montañosas altas, se localizan en las laderas y tienen forma oval, con fosos artificiales por el lado superior y murallas o terraplenes hacia el valle. Datan de época romana y están vinculados a explotaciones mineras. Dos ejemplos son los de Vilar en la Sierra de Caurel y Xegunde en Fonsagrada (Lugo).
Los castros costeros son de planta variada,aunque suelen ser redondos u ovalados, adaptándose al terreno. Las defensas naturales del lado del mar se ven complementadas con murallas y fosos hacia el interior. Son muy abundantes y un ejemplo son los de Baroña en la sierra de Barbanza.
domingo, 9 de enero de 2011
Eles xa me entenden
Mi prima ha colgado este vídeo en su blog. Con su permiso, publico una reproducción de su post:
"Encontré este vídeo en la página de Navia de Suarna en Facebook y como sé que hay gallegos que siguen este blog, se lo dedico porque... Eles xa me entenden.
O protagonista é Xosé da Legúa."
O protagonista é Xosé da Legúa."
domingo, 21 de noviembre de 2010
sábado, 6 de noviembre de 2010
sábado, 27 de marzo de 2010
domingo, 23 de agosto de 2009
Vaya fichaje
14 de agosto de 2009. Comida do riu. ¡Vaya fichaje Sylvain! En el primer intento de Eliseo de tomarse el café ya se lo adulteró con orujo. "Tranquilo, que te pido otro", le dijo. Y Eliseo, que es bueno bueno, se fue y dejó, por segunda vez, el café en las manos del crack francés. "Vamos a forzar", debió pensar éste, y le puso dos dedos de vino churrasquero y un poquitín de orujo para disimular su olor. Incluso le puso el azúcar para evitarle trabajo. Cuando llegó Eliseo a la mesa soltó la frase del día con ese delicioso deje asturiano "ummmm, esto huele bien, esto ya e outra cousa". Toda la mesa expectante, Fran que echa mano a la cámara y empieza a grabar, Eliseo intuye que algo pasa pero Fran le tranquiliza diciéndole que está grabando toda la mesa. Por fin llega el momento culminante: parece que se decide. La voz en off de Carlos do Xastre hace el redoble de tambores... La cara de Eliseo al probar el café no tiene precio y la mesa se lo agradece con carcajadas. El "cabrones" le salió del alma. Ni diciendo tacos ofende. Grande Eliseo, grande Sylvain... ¡Momentazo!
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